Viaje x Colombia

Tuesday, February 14, 2006

3 dias en Colombia

Innecesario es comenzar un relato con la descripcion del vuelo, pero siempre vale una excepcion cuando para un vuelo de ocho horas, lo unico que sirven es Coca Cola y Papas fritas.

Llegue a Colombia, el aeropuerto pelado como la terminal de Constitucion. A los 3 metros que recojo la valija ya tengo la calle, la gente con carteles y un ordenado servicio de taxis que prefiero pagar su sobreprecio para calibrar de que se trata Colombia.

Llego a la ciudad, y voy directo a la zona llamada La Candelaria. La industria de hoteles para viajeros no existe, por lo que me toca un hotel pobre, donde al menos veo algunos viajeros.

Bogota es fresca, no tan fria como temida, pero una capa de nubes la hace de tonos grises. Esto es contrarrestado con una particular manera de pintar los frentes de las casas de no menos de cuatro colores distintos.

A la noche, decido hacer una ronda comestible, cosa que noto es lo peor de Colombia. No hay mas que frituras y panaderias. Me siento a comer y frente mio esta una alemana, Katrin, que minutos antes habia visto en mi hotel quejandose con poco español por que le habian sacado su mochila de la habitacion y la habian dejado afuera.

Estaba cansado y mal comido, pero era sabado. Y la rumba llama. Nos vamos a unas cuadras de donde estamos y entramos a el boliche mas descente y ahi se va la noche.

De manera increible, creo que todo el lugar me dio conversacion, me sentia entre la version masculina de Shakira, Carlos Vives, Juanes y Ricardo Arjona, todos juntos en mi ser.

Luego de que la policia vacio el lugar, nos fuimos con un grupo de Bogotenses a una fiesta en un lugar, que cuando llegamos ellos mismos les dio miedo y nos fuimos.

Al otro dia, dedique el dia en recorrer el interesante museo del Oro, y la increible galeria de Botero que de ahora en mas, es mi idolo numero uno.

El lunes, termine llendo por error, con Katrin a un pueblo a una hora de Bogota, desconocida por todos, pero que tenia una "Catedral de Sal".

Al llegar descubrimos que es una catedral dentro de una mina de sal, y ella se acuerda de que es claustrofobica. Lo mas interesante es cuando un grupo de tres personas nos dan charla y de golpe empiezan a hacer movimientos raros con sus manos, como si estuviesen dirigiendo una orquesta. Resulta que eran un Chileno, una colombiana y una Venezolana que venian a una conferencia de Sanacion Pranica. Algo asi como purificacion de la energia del cuerpo sin tocar a uno.

Aburrido es contar sobre la catedral, pero era una joya arquitectonica, desconocida por el turismo y por eso se mantiene como la gente.

Al otro dia me despido de la gente del hotel, Katrin, el Japones que hablaba porteño y el Colombiano de 19 años que escuchaba radio AM, relataba partidos de futbol y me hacia consultas de como conquistar a la chica de sus sueños.

Rumbo a la terminal de bus un taxista de darme consejos paranoicos y me da un tip que me daria una revelacion ancestral.

Cuando llego a la venta de pasajes, pregunto en una empresa y me dicen 60.000 pesos. Voy a la siguiente y me dice 90.000. Yo me empiezo a reir, como muchos me toman de gringo y de boludo. Le digo que quiero un pasaje por 30.000 y termino sacando un pasaje de 16 horas por 50.000 pesos. O digamos algo asi como 50 pesos Argentinos. Mas tarde el dueño de un hotel no me creeria, ya que el paga 100.000, por lo que el Taxista paranoico fue mas que un ahorro.

Llego a Santa Marta, ciudad caribeña en el noroeste y bajo recomendacion, me tomo otra buseta que me lleva a Padanga. Una bahia paradisiaca, alejada de la ruidosa ciudad y ocupada por pocos viajeros que caen ahi. A simple vista, tiene el tipico condimento playero. El grupo de israelies que juegan a la Playstation, escuchan musica electronica y consumen todo lo que la patria Colombiana tiene para ofrecer.

Vuelvo a la ciudad para conseguir cambio, aqui estoy y no pienso regresar en un tiempo. Por lo que escribo esto y me despido hasta regresar nuevamente a tierras paganas.

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